¿Debería la filantropía operar como un negocio?
Para algunos, el hecho de donar dinero a una causa le da el derecho a exigir un progreso medible, una especie de rendimiento sobre su inversión. Para otros, asumir los problemas sociales más desafiantes es costoso, complejo y lento, para lo cual se requiere una mente abierta y creativa
Para algunos, el hecho de donar dinero a una causa le da el derecho a exigir un progreso medible, una especie de rendimiento sobre su inversión. Para otros, asumir los problemas sociales más desafiantes es costoso, complejo y lento, para lo cual se requiere una mente abierta y creativa
SÍ, LAS BUENAS INTENCIONES NO BASTAN
Por Charles B. Bronfman y Jeffrey R. Solomon
Hay muchas personas que, como Bill Gates, tienen la visión y la disciplina para ser grandes filántropos. O al menos deberían.
Porque Gates entiende lo que cualquier donante, grande o pequeño, debería entender: que para tener un impacto sostenido y estratégico, la filantropía debe ser administrada como un negocio: con disciplina, estrategia y un enfoque sólido en los resultados. Las organizaciones que reciben su apoyo deberían rendir cuentas como lo hace el directorio de una empresa ante sus accionistas. Y eso significa, por encima de todo, que usted debe conocer el rendimiento sobre la inversión.
Por ejemplo, se han comprometido recursos privados para eliminar el polio porque los donantes consideran que el esfuerzo tiene un plan de negocios racional que sigue una misión. En general, todo patrocinador de una causa debería esperar eficiencia en las operaciones y estrategias que se adopten.
En nuestra opinión, los argumentos contra un enfoque más empresarial en la filantropía simplemente no se sostienen. Por ejemplo, quienes lo rechazan señalan que un énfasis en el rendimiento evitará que los donantes ayuden a los más pobres, porque el tipo de problemas que tienen suelen ser los menos propensos a producir resultados positivos, rápidos y medibles.
No aceptamos esa premisa. Concentrarse en la eficiencia y los resultados es un enfoque que funciona en toda clase de entidad benéfica. Siempre debe haber un equilibrio entre ingresos y gastos, y se deben establecer y cumplir metas para que continúe la financiación.
La Fundación Robin Hood, que combate la pobreza en la ciudad de Nueva York desde 1988, ofrece un ejemplo elocuente. El grupo evalúa el rendimiento de las inversiones que realiza en varios programas en toda la ciudad. Pero no toma decisiones de financiación sólo con base en las mediciones. También apela a la experiencia de administradores en el terreno y realiza juicios cualitativos al comparar beneficios y costos.
Quienes se oponen también sostienen que si se afianza la filantropía con mentalidad empresarial, menos gente intentará provocar cambios sociales a través de donaciones a movimientos sociales u organizaciones políticas de base. Eso tampoco es verdad. Nada relacionado a los movimientos de base impediría que se beneficien de un enfoque disciplinado. Como donantes, nos gustaría que hubiera claridad sobre los objetivos. Si un grupo quiere obtener mejor infraestructura para una comunidad, puede mostrar el impacto que está teniendo al contar los pozos y las cocinas solares en África Central, o las plazoletas con juegos en un vecindario pobre de Nueva York. Adoptar principios empresariales saludables hace que una organización sin fines de lucro cumpla con su misión.
—Charles Bronfman es presidente del directorio y Jeffrey Solomon es director general de Andrea and Charles Bronfman Philanthropies, una red de fundaciones benéficas.
fuente: http://online.wsj.com/article/SB10001424052970204826704577074763861820098.html?mod=WSJS_inicio_section_InformeEspecial
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