La economía conductual reconoce como uno de los sesgos de decisión al llamado efecto de disposición. Se nombra así a la tendencia de las personas a retener una inversión (o decisión) que les hace perder por más tiempo del que resulta prudente o racional, así como a retenerla más tiempo que las inversiones que presentan una tendencia de ganancia.
Raúl Martínez Solares
Eso se manifiesta, por ejemplo, cuando un inversionista en la Bolsa que observa cómo una acción específica que posee empieza a perder valor y, en vez de vender el título, lo mantiene, esperando que se frene la caída e inicie una recuperación de su valor. En contraposición, ese mismo inversionista tenderá a deshacerse más rápido de una acción que tiene en su portafolios que empieza a mostrar una tendencia de ganancia.
Esta conducta está asociada a dos aspectos: por el lado de la pérdida, a la tendencia a evitar decisiones que nos lleven potencialmente al arrepentimiento, lo que nos conduce en este caso a alargar el tiempo que le damos a la inversión para que se recupere y evitemos la sensación de que nos equivocamos y por ello perdimos. Este tipo de conducta está también detrás de otras situaciones cotidianas, como por ejemplo, las relaciones afectivas o de pareja.
Por otro lado, la tendencia a acortar la posesión de una acción o inversión que sí nos está generando una ganancia tiene que ver, entre otros fenómenos, con una cierta tendencia a tomar decisiones basadas en pensar inconscientemente que lo bueno necesariamente dura poco.
En un documento publicado por los investigadores Newton Da Costa Jr. y Marco Goulart entre otros, de la Universidad de Santa Catarina en Brasil, se trató de analizar si existía alguna diferencia en la magnitud de este efecto entre inversionistas de más o menos experiencia.
La investigación, aunque no completamente concluyente, arrojó que existe una menor presencia de este efecto en inversionistas de mayor experiencia, pero nunca deja de estar presente. Eso implica que, pese a tener un mayor conocimiento de los temas relativos a las inversiones, derivado de una experiencia en ese campo, no se puede neutralizar completamente en nuestras decisiones este efecto que, evidentemente, puede llevar de un lado a incrementar
la pérdida potencial de una inversión,
y del otro, a reducir la utilidad obtenida por una inversión ganadora.
Dado que este sesgo puede implicar una pérdida de valor del patrimonio invertido, conviene recordar uno de los aspectos que distingue el análisis de decisiones de inversión que lleva a cabo Warren Buffett, quien es considerado por muchos como un superinversionista, por los niveles históricos de rendimiento superior al mercado que ha alcanzado.
Para la mayoría de los inversionistas, el juego consiste en identificar acciones que estén valuadas por debajo de su precio real y comprarlas, para venderlas cuando alcancen su valor de mercado, contemplando un horizonte definido de tenencia de la inversión. Por el contrario, para Buffett, la visión no consiste en encontrar acciones cuyo precio sea atractivo, sino acciones que representen a empresas con un potencial de crecimiento sostenido de largo plazo; y cuyo horizonte de tenencia es, en sus propios términos, “para toda la vida”.
Se debe tener presente este sesgo de decisión
Si invertimos en acciones, debemos tener en cuenta este efecto para maximizar nuestras ganancias y minimizar el efecto potencial de nuestras pérdidas, pero aun si no invertimos en acciones y lo hacemos en otros instrumentos, debemos tomar en cuenta este sesgo conductual, para que en lo financiero o en otras facetas de la vida, no nos quedemos padeciendo la pérdida más de lo necesario ni recortemos la ganancia potencial de una decisión favorable.
*El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. Síguelo en Twitter en: @martinezsolares
director_general@mb.com.mx
Fuente: http://eleconomista.com.mx/finanzas-personales/2013/02/26/que-nos-apegamos-lo-que-nos-perjudica
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